El akita es considerado el perro nacional de Japón, y en 1931 fue designado Monumento Nacional. Es el más alto de los perros japoneses y a través de los años ha sido perro de pelea, símbolo de riqueza y prestigio (poseer un akita era un honor sólo permitido a la nobleza) y símbolo o talismán de buena suerte (tanto que una estatuilla del akita se da cuando nace un bebé o cuando alguien se enferma)
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